martes, 23 de diciembre de 2014

21 - 12 - 14 Orgullo (VII)

       "Impotencia sagaz nacida de la más pura ignorancia del hombre, hazte universal, y haz que me sienta útil".

   Y que fácil es decirlo todo aquí y que complicado a la hora de la verdad. Nunca olvidaré ese día. El día que quizá terminó todo o por ilusión me obligo a pensar que todo acaba de empezar y que no habrá más pesimismos y que quedan muchas incógnitas pendientes. No nos vayamos a contradecir si lo primero que pensamos es que no hay cosas imposibles, solo gente incapaz. Si siempre fuésemos a lo fácil, a lo rutinario y a esa estabilidad dudosa nada tendría sentido y esto sería un vivir para morir en una vida aburrida.
   Ojalá me creas en todo lo que dije ese día, y que no lo olvides, que aunque solo fuese un monólogo penoso por mi parte, para mí tuvo todo el sentido y más. Hace ya un año que escribía en el acorde de sexta napolitana sobre la sensación de ni poder dormir ni de poder estar despierto, ha vuelto. Al igual que hubiese tenido todo el día para hablar, ahora tengo todo el espacio del mundo para escribir y parece que el desahogo no va a llegar nunca.
   Y a lo mejor me repito mucho contigo pero como en el fondo sé que nunca leerás esto, yo si se cual es mi verdad, cual es mi realidad, aunque nunca se pueda hacer (valga la redundancia) realidad. En fin, no tenía nada que perder, es lo que dice todo el mundo, el orgullo será para siempre. Siempre me faltan las palabras, pero ahora me sobran, necesito que termines lo que tuvieses que decir, pero no te alteres, que ni tengo esperanza, ni ilusión, y quizá ya no me asusta caer en la compasión.

lunes, 15 de diciembre de 2014

La sangre derramada, derretirá la nieve de Moscú.


   Lo honraría. Aquel día de Octubre el Vodka tan caro que había guardado para los tiempos de hambre, carecía de sentido. Lo saboreaba sin pudor a pesar de que nunca le gustó el alcohol. El sabía la verdad, sabía que ideales eran los que honraban a la justicia y a la igualdad por igual y cuáles serían los triunfadores por mucho que el carácter imperialista quisiese imponerse ante algo evidente, haciendo de las injusticias, leyes.
   Salía de su cabaña de maderas de arce carcomidas a medias por las termitas, pues éstas morían de frío al llegar el invierno. Y salía a ver todas las hectáreas heladas en las que parecía increíble que creciesen los cultivos. Salía a ver la tumba de su padre, a apartar la nieve de aquella inscripción tan cutre que lloraba porque su padre no hubiese podido tener un entierro más digno.
    Les prometieron que las cosas cambiarían tras aquella revolución y que la tierra pasaría a ser de la Tierra. Pero la hipocresía la utopía y el envenenamiento de tantos años de egoísmo inculcado no se superaban tan fácilmente.
   Entraba en su cabaña de nuevo. Volvía a saborear aquel caro Vodka como única herencia que su pobre padre le había podido dejar. Miraba a su mujer como temblaba acurrucaba a su hijito. El que el pequeño tuviese los labios morados ya no era síntoma  de preocupación pues la costumbre ya no les hacía preocuparse a sus padres.
                -Es hijo del viento –decía su madre.
                -Como su abuelo –respondía el padre.

   Se sentaba y leía con mucho esfuerzo aquel librito que tenía en la estantería cuyas páginas se descomponían por tantas críticas y hablaban de fantasmas y espectros.

lunes, 3 de noviembre de 2014

Las democracias se han suicidado.

   Hasta que nos dimos cuenta de que la democracia no era el sinónimo de la libertad ni de que el pueblo tuviese el poder. Porque por desgracia los enemigos del pueblo parece ser que también forman parte del pueblo y por consiguiente tienen derecho a voto. Y la única manera de que esto no ocurra es elevar a todas las personas de una nación a la posición de ciudadanos medios. La desigualdad se delimita primero por la condición del poder, que es dado por el dinero. Así el dinero vuelve a ser el condicionante de todo, y hay gente que aun defiende su libre albedrío (quién sabe, quizá algún día este caiga en mis manos).
   Nadie ha votado este sistema económico. Nadie ha votado ser una victima más del sistema que más esclavos ha aniquilado desde el Congo Belga hasta Alemania, porque aunque no lo crean los tiempos siguen igual, los intereses son los mismos, solo que ya no está de moda cometer un genocidio hacia un pueblo para quitar lo recursos naturales.
  Los oprimidos cambian cuando ya no tienen nada para los opresores que son siempre los mismos, y lo peor es que nosotros formamos parte de los opresores, de los países libres, tan libres que ni siquiera arrebatando las libertades de una nación extranjera son capaces de conseguir que los niños de su país tengan dos pares de zapatos y libros para la escuela. Y si un país extranjero se revela y dice basta a esta situación, él es el anti democrático, el estalinista y el nostálgico de la unión soviética.
   Y por último recordar, que esto pasa en las democracias, el sistema menos malo y el más libre y maravilloso del mundo.

miércoles, 15 de octubre de 2014

Crónica de los pequeños sentimientos que formaron un imperio.

   La nación se conforma desde la ciudadanía. La ciudadanía puede existir sin nación pero no viceversa. Los elementos que hasta ahora creíamos que conformaban una nación, podemos entender que son simplemente un manto para cobijar y camuflar los problemas más importantes de los ciudadanos. Un imperativo que se les asigna a todos por igual. El estado de la nación quedaron separados hace ya mucho, cuando nos dimos cuenta que las guerras que se libraban los de arriba no tenían más que intereses económico para ellos. Y los verdaderos patriotas dejaron de ser los que se emocionaban por un himno, si no aquellos que verdaderamente quería lo mejor para los ciudadanos, porque estos ciudadanos eran ellos mismos.

miércoles, 20 de agosto de 2014

Orgullo (VI)

   Por qué nunca triunfa la evidencia. Por qué la realidad es algo tan subjetivo que no está al alcance de todos. Por conveniencia, o porque simplemente están ciegos. 
   Por orgullo y por falta de decencia. La vida es más simple que todo eso. Nadie acepta que se ha equivocado, que ha defendido unos ideales absurdos Y que es imposible seguir defendiéndolos. Falta de decencia y orgullo. La vida es mucho más simple de lo que creías.

martes, 19 de agosto de 2014

Qué paso en Octubre

Lo honraría. Aquel día de Octubre el Vodka tan caro que había guardado para los tiempos de hambre, carecía de sentido. Lo saboreaba sin pudor a pesar de que nunca le gustó el alcohol. El sabía la verdad, sabía que ideales eran los que honraban a la justicia y a la igualdad por igual y cuales serían los triunfadores por mucho que el carácter imperialista y neoliberal quisiese imponerse ante algo evidente, haciendo de las injusticias, leyes.
Su padre siempre luchó contra esto, las injusticias hechas leyes, hasta que murió en una revolución en la que se pretendía que los imperialistas, que aquellos que hicieron daño infinito a los que lo daban todo por el todo, fuesen legalizados por el sentimiento interior de sus sumisos. Y es que son los que lo dan todo por el todo, los que elegirán quienes pertenecerán al todo.
Y ellos no pertenecían, él murió, lo honraría. No terminó su Vodka y los que sobró lo tiró por la ventana. Ya no necesitaba guardar pertenencias legítimas. El todo es del todo. Dio un beso a su hijo el cual temblaba de frió y a su mujer que lloraba por ver que no tenían nada que darle a aquella criatura.
Tomó su escopeta cedida por aquel general que tenía un gato por mascota y se encaminó aquel 6 de Noviembre a hacer que la revolución de Octubre triunfase, y su hijo por fin tuviese algo que llevarse a la boca.

domingo, 11 de mayo de 2014

Dios ha muerto

El día de San Juan nació con esperanza y tras tanto posponerlo murió un 11 de Mayo mientras el sabor de lo ya existente se fundía con la realidad de la miseria.

miércoles, 23 de abril de 2014

El Acorde de Sexta Napolitana


   El seis de septiembre de 2007, coincidiendo con la muerte del genio ignorante, Leonardo cortó la primera madera para fabricar su ataúd. El cortar esa madera, el sucumbir a tal punto no había sido fácil. Los condicionantes de tal decisión, se iniciaron en el momento que supo qué quería en su vida y culminaron con una duda, cuya respuesta asolaría su cordura. Pero contémoslo tranquilamente, pues estas palabras no se van a escapar, tranquilo.
   Conocerla a ella fue para él el convencimiento de que nunca estaría completo y que moriría intentando llenar su vida. Una vida que había pasado reprimiendo sus sentimientos e inquietudes y tragando prejuicios suyos y ajenos. Pero fue con ella, cuando todo brotó y él mismo se sorprendió de lo que guardaba dentro.
   Esperó hasta estar seguro, y estuvo seguro de estarlo porque ella sería la única y lo que sentía por ella, lo único que no podría reemplazar en su vida, por mucho que lo intentase.
   Leonardo rechazó la respuesta. De haber sido un sí se hubiese lamentado toda la vida por no haber luchado más. De haber sido no, no podría haber vivido con el fracaso a sus pies. Se lo dijo como información, para que supiese que donde quiera que estuviese Leonardo, éste la estaría amando. Pero en la vida había más cosas a parte de su voluntad.
   Él se iba y no quería saber nada más de ese pueblo de locos. Ella en cambio no permitiría callarse, ¿qué era esa locura de no aceptar una respuesta? No la quiso escuchar, pero ella le gritó que sí. Y llegaron las dudas.
   No quería perder la oportunidad de estar con ella por tener que irse. Pero eso tocaba, no sería tan inmaduro de no obedecer a la razón. Así que quedó con ella la última noche que tenía pensado verla.
  Tras una noche fantástica, llena de lágrimas y tabúes, no solo no podía dormir, tampoco podía estar despierto. Se derrumbaba, quería desaparecer, quería convencerse de que no lamentaría esa decisión de por vida, pero no podía.
   Al día siguiente fue a verla, para sorpresa de ambos. La convenció, la convenció de que el tiempo que estaría fuera sería solo el necesario y que cuando volviese, podrían estar juntos y ningún Dios, en los que no creían, podría separarlos.               
   Leonardo llevaba esperando para aquella oportunidad mucho tiempo, demasiado. Desde que terminó su carrera siendo el más cualificado y con varios masteres en su materia, no había conseguido una sola oferta de trabajo. Pero ahora, desde la ciudad, le ofrecían la oportunidad de investigar, desarrollarse como profesional y como persona, ganando más dinero de el que podía gastar, pero eso sí, solo durante un año.
   Un año que marcaría su vida. A su partida se prometió, que no la llamaría, que no avivaría su recuerdo y que aquello sería un paréntesis para luego volver a su pueblo, el que lo vio nacer y el que lo vio crecer.
   Los primeros días parecían imposibles. Se sentía como se sintió la noche que cambió de opinión. Parecía que, aunque todo volvería a estar bien y recuperaría su estabilidad en tan solo un año, no conseguía sentirse realmente acertado con sus decisiones.
   Trabajaba en lo que realmente le apasionaba y las horas en el laboratorio con sus compañeros, conseguía evadirse un poco. El problema era al caer la noche. No podía dormir, no podía estar despierto, su inquietud no era depresión, no tenía ganas de llorar.
   Hizo amigos. Salía con ellos todos fines de semana. Ya parecía más acostumbrado, cuando llegó la Navidad. No fue una Navidad mala, la pasó con sus nuevos amigos como una panda de quinceañeros, mientras sus preocupaciones se apaciguaban.
   Parecía una vida estable, ya no estaba inquieto y pensaba en el fin de su año allí con ganas, mientras ella hacía lo mismo. Pero una noche de sábado cuando regresaba a casa, y se acostó, soñó con ella. Las inquietudes volvieron. No podía imaginar el medio año que le quedaba aún por delante. Echaba de menos todo, toda su vida en general. Allí, donde estaba ahora, veía pocas responsabilidades, demasiada libertad. Y es que, la libertad es una herramienta tan poderosa, que es necesario controlarla.
   No se perdonaría nunca, durante su pérdida de cordura, haber olvidado su nombre. Ella desde el pueblo, lo esperaba, pensando en lo extraño, pero también en lo bueno de la situación. El tiempo pasaba y faltaban ya pocas semanas para que se volviesen a encontrar.
   Leonardo trabajaba las mañanas calurosas de verano, absorto, y, por primera vez en su vida desde que nació o desde que tenía uso de la razón, estaba feliz. Todos los años de su vida habían sido demasiado fallidos, siempre cometía algún error, algo pasaba que amargaba su vida. Pero ahora, tenía el conocimiento y la certeza racional de que había conseguido satisfacer a su razón y a lo que realmente deseaba, y que el seis de septiembre, a su vuelta, volvería a ser feliz y ahora, no habría nada que pudiera impedirle disfrutar por primera vez de su vida.
   Pasó la última noche, sin dormir, con su ya conocida, sensación de inquietud, la de los momentos de decadencia, pero que ahora era por alegría e impaciencia. Tomó el tren, ese tren le hizo recodar un sueño que tuvo hacía días, en el cual, frágiles y coloridas flores dejaban pasar, en secreto, un tren que las llevaba ante ellas mismas y les daba la oportunidad de hacer un pacto. Un pacto, de que no les importase vivir entre árboles verde homogéneo. Dejaban pasar el tren, pues la consecuencia de romper el pacto, sería la infelicidad total.
   Aquel tren, en el que iba sentado Leonardo, era demasiado lento. Necesitaba llegar ya, necesitaba bajarse de aquel tren, tirar las maletas e ir corriendo a buscarla para ser feliz, por fin, pues ahora sí, ahora sí que se sentiría feliz.
   Por fin iba a verle. Por fin iba a ver a aquel hombre que la había cautivado y que recordaba, como un hombre que tenía tanto que ofrecer…
   Así que, Leonardo fue a casa de ella. Y ella esperó a su amado. Tocó en el timbre y ella salió a recibirle. Leonardo vio a la persona que esperaba, la encarnación de la belleza y la personificación de un ángel. Ella, sin embargo, a un pobre hombre con problemas arrastrados desde la infancia que mucho distaba de la imagen que había formado durante este año.
  Y aquí señores, imaginen. Bach hubiese escrito su acorde de sexta napolitana en este punto, pues ella, con un leve gesto de la mano lo apartó de su vida para siempre.
   -Nada, olvídelo –dijo.
Como todo acorde se sexta napolitana, Bach no hubiese terminado aquí un coral. Es necesario resolver la tensión en una menor y por último, resolver en cadencia auténtica perfecta. Pero esto no es un coral de Bach, aunque recuerde al número 91 y 37.
   Leonardo escuchó las disonancias, sintió lo mismo que el protagonista de una conocida ópera de transición (y primera vez que sonó este acorde) cuando vio salir a su hija de la casa, la cual debía matar. Leonardo no pudo hablar y ella, tras un beso de compasión (que Dios nos libre de ella) y una subida de hombros que sustituyeron a un “¿qué quieres que haga?” cerró su puerta y la del corazón de Leonardo, para siempre.
   No sabía como afrontarlo, aquello no solo significaba que ahora tampoco podría ser feliz, sino que nunca más podría a alcanzar la plenitud, ni volver a dormir, ni volver a estar despierto, a acusa de los recuerdos. Que si no había conseguido la felicidad ahora, nunca la alcanzaría.
   Y en vez de achacarlo al orden justo y a la facilidad de algunas personas para crear falsas expectativas, decidió cortar la primera madera para su ataúd, mientras perdía su cordura e intentaba responderse a la pregunta de quién era o eran los culpables de que nunca consiguiese ser feliz.
   Porque ni siquiera con el éxito lo sería, y quizá si ella hubiese sido más realista y él no hubiese llegado a cortar aquella madera, tampoco hubiese sido feliz. Creyó haber satisfecho a la razón y al deseo por igual. ¿Quizá fue por esto? ¿Debía haber sacrificado su futuro éxito profesional por intentar conseguir la felicidad?
   Se respondió que sí, y ya casi un año después cuando estaba cortando la última madera de su ataúd concluyó en la cuestión, cuya respuesta acabó con lo poco que quedaba de él. ¿Por qué era así? ¿Por qué no era capaz de ser feliz?
   Él era una mitad la educación de sus padres y la otra, sus genes, los cuales también habían sido dados en herencia por sus progenitores. No podía luchar contra sí mismo si realmente no existía. No era nadie, no existía nada que lo hiciese único e irrepetible. Se quitó la dignidad moral y la dejó dentro del ataúd.
   Luego tomó sus ideales que ya no sabía ni tan siquiera cuales eran, pero que cuando fue un adolescente, sí que fueron muy importantes para él.
   Entonando Moonlight Sonata de Beethoven, tomo el cianuro de oro, para tener una muerte al estilo de García Márquez, y lo disolvió en agua para luego ingerirlo. Esperó al lado de su ataúd a que hiciera efecto, mientras llamaba a sus padres.
   -Papá ahora no lo entenderás, pero he dejado una carta, breve, pero extensa en contenido que lo explica todo. Tranquilo, no ha sido un acto inmaduro. Para ahorraros molestias el ataúd no tendréis que pagarlo.
   Colgó sin dar tiempo a respuesta, se introdujo en el ataúd y, después de eso, se lamentó no haber creído en Dios, pues la paz y la dicha que experimentó no podía ser propia de mortales.
   Desearía no haber nacido. No soy persona para pertenecer a este mundo. Ni vosotros tampoco. Vas a vivir ochenta años, los cuales podrás pasar intentando que tu vida pase a posteridad o, por otra parte,  ser feliz. El problema es que, cuando ha sido inculcado que el éxito es la fórmula de la felicidad… ¡Es tan difícil pensar de otra manera!
   Siento no recordar tu nombre, es que mi mente ha desfallecido y mis articulaciones tiemblan, pues hay un tarro de cianuro de oro que me mira deseoso de ser usado. En cualquier caso, no eres la culpable de esto. Te doy las gracias. Te doy mil gracias por hacerme ver que el mundo no está hecho para infelices como yo. Y que sepas que mientras el veneno esté recorriendo mi cuerpo, tu imagen, tu voz y tu recuerdo será lo único que estará en mi mente.
   Ojalá no hubiese nacido. La gente nace y muere sin ideales, sin plantearse nada, sin creer que el todo es un todo y dedicando su vida a vivir el momento. Como los envidio.
   No lloréis por mi, papá y mamá. La muerte es mejor que el sufrimiento y aunque ahora os sintáis tristes, algún día comprenderéis que, hubiese sido peor para mí seguir vivo.
   Ojalá existiesen unas pautas para ser feliz. Unas pautas que fuesen reales. Pero no las hay, ¿saben por qué? Por que realmente no existe, porque si verdaderamente creen ser felices están fumando sobre un barril de pólvora.
   Esta obra debe resolver… ¿Entienden que debe resolver? El acorde de sexta napolitana fue hace un año y me encuentro en la segunda parte de la sexta/cuarta cadencial. Hay mucha direccionalidad, la séptima quiere descender y la sensible no va a quedar suspendida sin llegar a la tónica.
   Ya resuelve, ha llegado la cadencia auténtica perfecta.
   Ojalá nunca hubiese nacido.

lunes, 24 de marzo de 2014

Venganza (VII)

   "Una persona que quiere venganza, guarda sus heridas abiertas" Sir Francis Bacon.
 
   Aumentaba. Ya solo podía ver un mundo tan definido, tan matemático, que se olvido de los sentimientos, de la empatía. Se le olvidaron, o se los hicieron olvidar. Maquinaba, en la sobra, maquinaba su ataque, sin sonrisas, sin lágrimas y sobre todo, sin pena. Sabiendo únicamente, lo que conllevaría un acto, y luego otro, y luego otro... Faltaba ya poco, aquellos quienes le habían hecho la vida imposible se postraban ante él, y solo ahora, mientras pensaba para sí, que orgulloso hubiese estado de poder haber estado presente.
   La única manera de permitir venganza, orgullo, era morir antes del desastre, y así lo hizo, el mundo no es como un animal, si no como un reloj. Fuimos capaces de predecir a las cinco cuando serían las seis. Gracias, que se cierre el telón.

viernes, 31 de enero de 2014

Venganza (VI)

   "La libertad es una herramienta tan poderosa, que es necesario controlarla"  Vladimir Lenin

   Tardó tanto en escribir su carta de adiós, que cuando la vio finalizada, pensó si de verdad quería irse. Para colmo, su último paso, su último paso en la ciudad de los locos, fue una chapuza. Tan ensayada, tan trabajada, ¿por qué ahora se derrumbaba en forma de cuchilla para hacer de su alma una nube negra? Lo sabía, no podría recuperar esa estabilidad, no podría tener un centro de gravedad hasta que no se quitase esa espina. Lo volvió a intentar, y algo peor ocurrió, peor que haber fracasado, y es que no sabía si se trataba de un éxito rotundo, por tratarse de lo que era en sí, una venganza efectuada con el arte definido como la perfección del arte, u otro fracaso más.

viernes, 24 de enero de 2014

Orgullo (V)

   Veía en el la esperanza de todos los años perdidos, de toda la furia que se había tragado y digerido hasta hacer de ella cráteres infectados en lo profundo de su alma. No tenía expectativa alguna de recuperar el tiempo perdido, pero hay cosas que con el tiempo se ignoran, pasan a otra fase en la vida. Ya no quería seguir luchando contra injusticias hechas leyes, pero tampoco quería que estas y sus creadores quedasen impunes por el mal que le habían hecho al todo en nombre del todopoderoso. Como si de una escultura se tratase, escribió en aquella tabla rasa tal y como la describía Aristóteles, pero muchos años después, se daría cuenta de que hay cosas con las que se nace, y los cráteres afloraron haciendo que su bomba de la vida se apagase para siempre, y solo le quedase vivir como un ser inerte.