jueves, 12 de diciembre de 2013

Orgullo (IV)

   Esa mañana en que se miró al espejo. Esa mañana en el espejo pudo ver en una sola imagen, a todo el mundo que lo rodeaba, a la inmensidad de las cosas que le influenciaba, ajustadas en proporciones que reflejaban perfectamente que  cosas fueron las que marcaron su vida. Por más que miraba, por más que buscaba un resquicio de cordura, no pudo encontrarse a sí mismo en esa imagen. Miró lado de la figura de su padre, que se extendía infinitamente en todo su cuerpo. En la figura de su madre, de su mejor amigo, de su amor, pero no se encontró por ningún lado. Entonces  supo que Hume tenía razón y que nunca se perdonaría haber pertenecido a una especie que solo de diferenciaría de las demás en que es la única capaz de creer que es superior a las demás.

viernes, 6 de diciembre de 2013

Esperar

   ¿Y cómo pretendes que sobreviva hasta entonces? Y así, empezó su condena. Su cadena perpetua, a la espera siempre de una fecha que cada vez de alejaba más. Su vida se había basado en un zig-zag de recuperación  y caída, desde el convencimiento de que el no sería la respuesta y no había nada que hacer hasta los días que se acostaba pensando que era la persona más afortunada por el simple hecho de haberla conocido. Pero el día se acercaba, y el arrojo que hubiese tenido las otras veces se había disipado, consecuencia de la resignación y el abandono. 
   Qué difícil es hacerle entender que cualquier cosa querría antes que caer en la compasión, declarada la peor enfermedad en estos temas.