viernes, 25 de agosto de 2017

Diálogo de dos ciegos

   Sabe, era como una de esas veces que te despiertas con una patada, ya sabe que siente que se cae.
   Como cuando mira al cielo mucho tiempo y nota que las constelaciones se precipitan sobre usted.
   Nunca he notado eso.
   Una pena.
   Pero lo que le decía podría asemejarse, pero la diferencia es que no era una emoción fuerte pero efímera.
   Me encanta esa palabra, efímera.
   Es poética pero vacía, aun así no era efímero. Era duradero, como si nunca terminases de caer, o como si las constelaciones de las que usted habla cayesen tan fuerte que me atravesasen y luego siguiesen su ciclo, diesen la vuelta y todo volviese a empezar, sin ser posible diferenciar el principio el fin.
   Debió ser aterrador.
   Aterrador pero adictivo y a la vez hermoso.
 

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