sábado, 14 de septiembre de 2013

Venganza (IV)

   Sir Francis Bacon, Borges, Goethe, Scott e incluso Voltaire fueron leídos e incomprendidos. Salía todos los días y tenía que encontrarse frente a frente con su mayor enemigo. Siempre se consideró una persona superior a aquellos que le hacían daño por el simple hecho de no responderles con más odio. Había planeado aquel momento desde hacía mucho, y parecía no poder fallar nada.
   Pero cuando llegó el momento pensó en una verdad: no podría vivir si el mundo no sabía que fue él. Así que se quitó los guantes, y tocó el arma que el mismo diseñó con la yema de sus dedos, y una vez que hubo concluido la depositó suavemente al lado del cadáver.
    Era demasiado joven para saber por qué lo había hecho, estaba demasiado carcomido y enloquecido como para que le importase mucho, pero de no haberlo hecho, el arrepentimiento le hubiera aparecido de manera repentina, y eso si que no lo quería.

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