“¿Qué sabes tú sobre lo que
guardan bajo su capa de oro?”
El
sonido de una gota caer y los rayos mañaneros del Sol entrando por
la ventana entreabierta, dejaban atrás las sensaciones percibidas en
el momento de agonía que habían de recordar las tardes en las que
jugaba con su perro, sus primeros amores fracasados, las tardes
intentando llenar el vacío que había dentro de él y sus últimas
noches paseando por el limbo y queriéndose creer que la estatua de
un niño lo miraba. Pues ahora estaba vivo y despierto, en una
camilla de hospital donde solo vio a médicos y enfermeros. Entonces
recordó que estaba vivo en contra de su voluntad porque no soportaba
ese sentimiento que decidió vivir en él.
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