Sin unos personajes extraordinarios, en un lugar cualquiera
de la España
franquista y con unos hechos que hacen referencia a los acontecimientos
cotidianos de la vida, Miguel Delibes quiere llevar al lector a otra época, su
época y además hacerle reflexionar sobre cual fue camino que tomó o que tomará
en la vida.
Esto es lo
que le ocurre al protagonista, Daniel, o como lo llamaban en el pueblo, el
Mochuelo. Y es que a Daniel, le toca “progresar” como dice Delibes e ir a
estudiar el bachillerato para ser una persona de provecho.
El
Mochuelo, el Tiñoso, el Moñigo, el Manco, la Tonta … Y así muchos más apodos que hacen
referencia a los personajes, y señal inequívoca de que los hecho se desarrollan
en un pueblo pequeño. Y así pasa hoy día también, sin duda donde se da más el
fenómeno de los apodos sigue siendo en los pueblos pequeños, o no tan pequeños,
como es el caso de Priego.
Algo que,
aunque muchos quizá no lo compartan, sigue también en la misma línea, es la
manera en la que se divertían los chicos y se divierten ahora. No se divertían
y se divierten ahora con las mismas cosas pero sí de la misma manera: no
estando en casa. Igual que, como se refleja en la obra, los chicos salían todas
las tardes a pasear por el campo y observar los pájaros, los chicos de ahora
salimos por la ciudad, pues campo no hay, y tampoco observamos los pájaros
porque tampoco los hay muchos.
Uno de los
rasgos mejor descritos, en mi opinión, sobre la época, es el de la religión.
Sobre todo, cuando la
Guindilla mayor, uno de los personajes secundarios acude al
cura don José, más dispuesta a contentar a Dios que a actuar con sentido común.
Preocupada incluso, al escuchar que si hubiera nacido en otro país no sería
Católica, va a confesarse y a reprocharse su poca fe.
Los hechos
que se suceden son numerosos, variados y poco entrelazados entre sí a lo largo
de los veintiún capítulos. En todos ellos los protagonistas son diferentes
personajes residentes del pueblo de Daniel.
En lo más
profundo y filosófico del libro, nos damos cuenta de que Miguel Debiles quiere
llamarnos a una reflexión, sobre qué camino tomar, el que está marcado por la
vida o el que no. Todo esto, lo que me atrevo a llamar la verdadera esencia del
libro, esta en palabra de don José que tras hablar de los caminos de la vida en
un sermón que escucha Daniel, el protagonista queda marcado y empieza a ver las
cosas de otra manera.
También
hace un llamamiento a la facilidad con la que lo hechos pasan a ser recuerdos,
pero como esto aparece ligado a una de las mejores partes novelescas, prefiero
dejarlo a descubrimiento del lector, al que sin duda le digo que éste libro no
puede faltar en nuestras estanterías.
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